Cuando desperté, saqué una mano por la ventana para ver que ropa usaría ese día, el viento estaba fresco y como necesitaba despertar por completo, saque mi cara, cerré mis ojos y deje que por unos minutos mis mejillas, mis labios, mi frente y mi cabello sintieran el rose del aire.
Por mi mente pasaban imágenes que jamás había visto, el oxigeno llegaba hasta lo mas profundo de mis pulmones, limpiaba mi sangre y mis ideas.
Regresé a mi cama por los 5 minutos extras reglamentarios, los disfruté sin remordimiento, me levanté sin esfuerzo y por primera vez noté que el día recién comenzaba.

Se me fueron las ganas, cuando vi hacia dentro de mi ya no habia nada.
Se me vació el alma, mi corazon se secó y arrugó por completo,
quiero meter la mano en mi pecho y arrancarme el corazon,
que todo mi sistema nervioso se venga con el para ya no sentir nada.

Un sin fin de movimientos, de los cuales no hay control: manos hacia arriba, hacia abajo, señalando, caras asentando, negando, risas, voces, palabras, ¡muchas palabras!
En medio, un ser inmovible, a no se por la respiración y los párpados abriéndose y cerrándose que aún dan señales de vida, ¿acaso alguien nota que esta ahi?
En ningún momento se presenta esa escasez de ruido, no se ve para cuando reine el silencio, bueno, seria mucho pedir el silencio; tal vez una voz mas baja, un poco de tranquilidad en los movimientos, un uso mas adecuado de las palabras.
De repente sucede... un silencio, pero los ademanes continúan, los labios siguen en movimiento y el sigue respirando, sus ojos se mantienen lubricando.
Se desconectó el sentido del oido, pero sigue ahi.